No sé desde cuándo lo sigo a Bonil en sus caricaturas. Lo que sí tengo presente es que más de una vez no he dejado de reír a carcajadas, al toparme con unas de sus magistrales caricaturas al ir leyendo el diario en el bus, haciendo una cola, o en una sala de espera. Reírme, aunque la gente que se encuentre a mi alrededor me mire absorto como si observara a un loco.
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