El jueves llovió fuerte en Guayaquil, los semáforos no funcionaron, los conductores de vehículos se pararon en las bocacalles, no cedían paso, pasaban a velocidad por puentes elevando el agua estancada de las calles sobre los otros carros. La lluvia pone a flor de piel la mala educación y la agresividad.
Carmen de Murrieta, Guayaquil
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