Cada vez que tenemos aguaceros y el tránsito en la ciudad es un relajo no se ven patrulleros, motos y pelotones de vigilantes para ayudar a poner orden en las calles.
No se ve tampoco a policías para custodiar a los peatones mojados, esperando en las veredas un taxi o un colectivo, ni para vigilar que los conductores que se han quedado con los carros dañados no sean víctimas de los delincuentes.
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