Antiguo refrán, de la época que se le ponían velas a los santos –y algunos se las siguen poniendo a otros que no lo son–: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”.
Su significado: invocar que siempre haya racionalidad pensando en los efectos y consecuencias.
El solo “dejar hacer, dejar pasar” no es bueno.
Y lo contrario, el exceso de imposiciones, conlleva el riesgo de efectos o consecuencias o reacciones que se salen de control, quizás más allá de la intencionalidad de quienes las imponen.
La banca y el poder político
↧