Conocí a Manuel Chiriboga en el 2005 a raíz de su nombramiento como jefe negociador del TLC con los Estados Unidos. Recuerdo que causó sorpresa que se encargara a un hombre de izquierda tan delicada responsabilidad, considerando que políticos y movimientos sociales de la tendencia repudiaban el eventual acuerdo comercial. Más allá de lo anecdótico resultó un acierto, considerando sus antecedentes de académico, estrechamente vinculado al agro y desarrollo rural, cuya sola participación desvirtuaba el mayor mito del TLC que iba a destruir al pequeño agricultor.
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