Muchas veces da la impresión de que los humanos hacemos lo posible y lo imposible para no enterarnos de la decadencia o la estupidez de nuestras ideas, creyéndolas, por el contrario, que son maravillosas y que están en la vanguardia aunque ya no tengan asidero histórico. Es muy curioso que, para pisar con solidez la realidad, algunos artistas recurran a la exageración como principal mecanismo retórico de las obras que crean. En esas situaciones la literatura se vuelve un dispositivo que ayuda a revelar las cosas tal como pueden ser.
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