Al tener que regresar, desde Salinas, libros de cuentos y novelas, conservados desde mi niñez y adolescencia, que había llevado con la ilusa pretensión de hojearlos algún día, y mientras pienso dónde ubicarlos, me he planteado la posibilidad de deshacerme de ellos y de otros más, incluso de Derecho y de Derecho Administrativo particularmente porque, como van las cosas en este querido Ecuador, parece que estos últimos no solamente están obsoletos sino que ciertos conceptos allí expuestos habrían resultado errados, a pesar del reconocimiento internacional de sus autores.
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