La muerte sigue siendo para todos nosotros un misterio, más allá de las convicciones que la fe puede dar. Más adentro y más profundo es una incógnita, que es bueno encarar, desnudos de seguridades. Cada uno la enfrentará si se le concede el tiempo de vivirla más o menos conscientemente. Aún Jesús, para quienes profesan la fe cristiana, se enfrentó solo a ella y se sintió desamparado. Quizás el miedo a la muerte tiene que ver con el miedo a lo desconocido.
Sin embargo lo que es para nosotros desconocido es la vida con sus imprevistos, sorpresas y riesgos.
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