Me sorprendieron algunas reacciones adustas y moralistas frente al humor de Chespirito. He observado a los niños reír a carcajadas con sus ocurrencias y a mayorcitos repetir sus chistes. Algo de bueno han tener cuando los niños lo disfrutaban tanto. Los niños pueden reírse porque ven con ojos que despiertan a la vida y descubren lo ridículo de muchas situaciones sin por ello dar clases de comportamientos. Reconozco que las entrevistas de la Mofle eran para mí un deleite.
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