Hace algunos años viví en la ciudadela Las Acacias, donde crecieron mis hijos, entonces todo era armonía y se gozaba de tranquilidad. Hoy retorné a visitar a un familiar, pero qué desilusión encontrar que en mi antiguo barrio no se puede ni cruzar la calle porque la cantidad de buses, de colectivos, es impresionante.
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