Justo antes de sentarme a escribir esta columna repicó el teléfono. La llamada cambió mi ánimo, y sin proponérmelo mutó el enfoque de esta opinión. Pretendía ensayar un análisis sobre la última devaluación que anunciaron voceros del gabinete de Nicolás Maduro este martes. Un tema cansón de leer para cualquiera que no viva en bolívares y esté azorado por la incertidumbre de un control cambiario que tras 12 años en vigencia, logró someter a toda la economía al manejo político de las divisas generadas por Petróleos de Venezuela.
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