El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social no tiene mucho de seguro ni de social. Debido a que históricamente ha sido una institución politizada, y esto se ha exacerbado en tiempos de revolución, el ahorro de los trabajadores ecuatorianos corre peligro a largo plazo y su atención médica suele consistir en esperas bárbaras por un diagnóstico y recetas incompletas. Por ende, no es muy seguro. Tampoco tiene mucho de social considerando las muy palpables corrupción e indolencia que históricamente han plagado al manejo colectivo de la salud y de la seguridad social.
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