Sábado 14 de septiembre. Tres de la tarde. Hay pleamar. Momento indicado para contemplar las olas rompiéndose con fuerza en las rocas. ‘Ayer pagamos 25 dólares para ver las ballenas y aquí ha sido gratis’, me cuenta una lectora asidua de EL UNIVERSO. Cinco especímenes de la flor y nata de ‘las jorobadas’ escogieron este espacio de mar para entretenernos con un show improvisado y, quizá, para nutrirse con nuestras miradas, para sentirse importantes. Si ellas disfrutaron, no lo sé. Los ‘mirones’ llevaremos en nuestras retinas, por algún tiempo, sus repetitivas acrobacias.
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