Me encuentro viajando por uno de los conos de desarrollo del departamento de Santa Cruz en Bolivia, dentro de las misiones de “chiquitos”, cerca de uno de sus puertos fluviales “naturales”, que queda en territorio brasilero, sobre el río Paraguay. Nos hemos desplazado por centenares de kilómetros en una excepcional carretera de cemento rígido, la que, según me informan, fue construida con inversiones concurrentes de Brasil y Bolivia. Son varias las horas de manejo y muy pocos los autos o camiones que hemos cruzado. Me digo es año nuevo y sigo.
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