Decidir el día en que uno va a morir suena inimaginable. Por naturaleza humana nos aferramos a la vida, hacemos planes para el futuro y tratamos de sacarle lo que más se pueda a cada minuto de nuestra existencia. Pero ¿qué sucede cuándo alguien se entera de que padece una enfermedad terminal que acabará con su vida en meses y en forma dolorosa? En ese momento, ¿se pensaría en tener la alternativa de poder morir sin sufrimiento?
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