¡Qué buen comienzo de año que hemos tenido! Ese es el mejor regalo que nos hace anualmente el excelentísimo señor presidente de la República: irse a Bélgica a pasar con su familia y, de paso, revisar cómo está su departamento. Pero al llegar cómo ha de haber gritado ¡nadievú lavé las ventanés!, al notar que los vidrios estaban un poquito empañados. ¿Dondé vuvulé pusé mi chemise?, también ha de haber chillado al revolver los cajones en busca de la camisa étnica que usa en vacaciones.
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