Apoyados en la historia y en experiencia personal, podemos afirmar que caminamos con dos fuerzas internas, la del amor y la del egoísmo; estas sostienen a su vez dos tendencias sociales contrastantes. La primera nos abre a un mundo de libertad, de creatividad y de responsabilidad personal, con el peligro de que domine el más fuerte, si no se establecen condiciones, en las que todos, también los más pequeños, puedan expresar sus potencialidades. La segunda nos lleva a encerrarnos en el yo, en conveniencias individuales, en el día a día, en el aquí.
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