El adviento es tiempo de esperanza, pero los cristianos no esperamos la Navidad como quien espera ansioso la llegada del fin de semana o de unas vacaciones de trabajo.
La mundanidad, en expresión ignaciana que tanto le gusta al papa Francisco, siempre amenaza. Como les dijo el sábado 30 de noviembre el santo padre a los universitarios de Roma con los que celebró el rezo de vísperas: En el camino que hemos empezado debemos mantenernos coherentes con el Evangelio para poder celebrar con verdad la fiesta de Navidad que ya está a la vuelta de la esquina.
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